Ritual
Era una especie de ritual. Ella leÃa en la cama. O escribÃa en la cama. Estaba en la cama, tendida, levemente incorporada sobre la almohada. Se quedaba allà sola, con la luz de la lámpara encendida. Se le iba escurriendo el cuerpo, sábanas abajo, hasta que el borde de las mantas le rozaba el de los párpados. Entonces soltaba el libro, o el cuaderno, o el lápiz, y se arrastraba perezosamente a un lado de la cama, hasta la pared. Se tapaba hasta la barbilla, con los brazos pegados al cuerpo y las piernas estiradas. Entonces decÃa en voz alta que ya estaba lista. Cuatro segundos después aparecÃa él por la puerta, y al verla, con las sábanas por las orejas, sonreÃa. Siempre sonreÃa.
Él no le decÃa qué estaba haciendo, y ella
nunca preguntaba. Dejaba que él la arropara, metiendo los pliegues de las
sábanas firmemente bajo su peso y estirando las mantas a sus pies. Cuando
terminaba le daba un beso en los labios y las buenas noches. Al salir no
cerraba del todo la puerta, para no hacer ruido, y la dejaba dormir.
Era una especia de ritual, y lo llevaban a
cabo cada noche. Cada noche, sin excepción, desde que él habÃa muerto.
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